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martes, 2 de diciembre de 2008

No hay mal que por bien no venga...

No cabe duda que las cosas pasan por algo... hoy me pasó lo impensable, lo peor que le puede pasar a un cafeinómano con el escritorio lleno de papeles... tiré accidentalmente una tasa llena de café fresco. Y digo llena porque siempre me sirvo como 3/4 y hoy si la llené.

Es en estos momentos de desastre en los que te das cuenta que los documentos que atesorabas en tu desordenado escritorio realmente no son tan importantes. Uno a uno fui desechando los "escurrientes" documentos hasta que me di cuenta que todo podía tirarse sin mayor problema. A excepción de una factura importante que solo se mojó en la esquinita.

Procedí entonces a limpiar el café del escritorio y hasta el polvo le quité... ahora quedó ordenado y limpio. Lo único que si me entristeció es que el café se me había antojado mucho...

En fin, la lección es que: Si todos limpiaramos nuestros escritorios como si se nos hubiera caido una taza de café sobre los papeles que tenemos, seguramente quedarían impecables. También aplica para otras cosas en la vida... pero sin el café...

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